Jardines de Vincenti y Colón

Localización: situados en el centro de la ciudad de Pontevedra, entre el Instituto Valle-Inclán, los dos edificios de la Diputación Provincial y el Gobierno Militar.

Coordenadas: 42º 25' 47.31'' N, 8º 38' 54.66'' O (42.429810, -8.648518)

Propietario: Ayuntamiento de Pontevedra

Acceso libre (986 804 300)

E-mail: contacto@pontevedra.gal

Web: www.visit-pontevedra.com/esp/28/64/xardins+de+vicenti.html

HISTORIA

Las primeras referencias históricas de este lugar hablan del traslado del convento de San Domingos desde As Corvaceiras hasta la actual alameda, en el siglo xiii. Entonces era conocido como Campo da Verdade, ya que en este lugar eran ejecutados los reos en virtud de sentencias judiciales. Más tarde también se conoció como Campo das Rodas, ya que aquí se asentaban los cordeleros con sus grandes ruedas. Pero quizás el nombre más difundido fue el de Campo de San Domingos, por pertenecer al convento y albergar la puerta de entrada al recinto amurallado, ya que en aquella altura Pontevedra era una villa fortificada.

Llegando al siglo xvii, el Campo de San Domingos fue perdiendo espacio y protagonismo, ya que, por causa de la guerra de Independencia de Portugal, se edificó en él el cuartel de la Maestranza (actual Facultad de Bellas Artes) y se abrieron nuevas calles.

Seguramente, la etapa de mayor relevancia para la ciudad y para el Campo de San Domingos comenzó en el siglo xix, debido a las reformas formuladas por la burguesía liberal, que fomentaban desamortizaciones, exclaustraciones de órdenes religiosas y reformas fiscales, entre otras medidas que aceleraron la transformación de las antiguas ciudades, amuralladas y con fuerte carácter señorial, para convertirlas en ciudades abiertas. La nueva idea de ciudad se basaba en tres pilares fundamentales: dotar a la urbe de infraestructuras —traída de agua, pavimentación, saneamiento—, embellecer el centro urbano e incrementar las redes viarias y comunicaciones, lo que acarreó la apertura de más calles y la creación de nuevas carreteras. Estas actuaciones de mejora viaria y estacional consiguieron crear espacios abiertos en los que la burguesía podía pasear y disfrutar del tiempo libre, para lo cual se amplió la alameda existente.

En 1852 comenzaron las obras para celebrar en este enclave una feria, autorizada por concesión real y de tres días de duración, que propició el fin de la muralla y favoreció la comunicación con las zonas extramuros. En 1854 comenzaron las obras de remodelación en el Campo de San Domingos y se urbanizaron varias calles, además de cederse terrenos a particulares para hacer viviendas. Las obras incluyeron el arreglo del camino de Marín (actual calle Marqués de Riestra) y la construcción de la estación del tranvía. De esta época también son la Escuela Normal de Artes, el edificio de Correos y Telégrafos, la Audiencia y el actual Instituto Valle-Inclán.

En 1876 llegó a Pontevedra, en calidad de arquitecto interino, Alejandro Rodríguez Sesmero, que será considerado por muchas personas el verdadero renovador de la ciudad. Durante sus años en el Ayuntamiento se abordaron proyectos de mucho interés, como la mejora de los ejes viarios, las dotaciones sanitarias y educativas o las distintas actuaciones de ornato público, y en esta época también se derribaron las torres arzobispales y la iglesia y exconvento de San Domingos, de los que solo se conservó la cabecera. Y así, poco a poco, el espacio que antaño había pertenecido al convento se va transformando en la alameda, en los jardines de Colón y en los jardines de Vincenti.

En 1899 la feria se trasladó a la plaza de Barcelos y comenzó el proyecto de ajardinamiento del espacio. Los jardines de Vincenti nacieron como una gran plaza que nunca llegó a articularse, que derivó en el parque de las palmeras, la especie más representativa de cuantas allí crecían.

La idea de homenajear a Eduardo Vincenti Reguera por sus incontables servicios a la ciudad surgió de la última propuesta realizada por el alcalde Isidro Martínez Casal, en 1889, aunque hubo que esperar casi una década para que el proyecto comenzase.

En 1901 Francisco Posada Fernández le ofreció al Ayuntamiento trabajar de jardinero de forma gratuita en el espacio y fue contratado el año siguiente por su buena labor. En enero de 1902 presentó un proyecto para el ajardinamiento de la plaza de Vincenti, aprobado dos meses más tarde. A finales del mismo año se compraron las plantas para el jardín proyectado por Posada Fernández. En esta época se instaló, al mismo tiempo, el edificio del Teatro Circo, gran exponente cultural de la ciudad gracias a las proyecciones de cine y espectáculos realizados entre los años 1900 y 1924, cuando finalizó la controvertida concesión por la que el propietario tenía que pagar 25 pesetas (0,15 euros) anuales al Ayuntamiento.

En 1949 se ampliaron los jardines, que se dotaron de un parque infantil, un estanque, palomares, bancos de madera, una caseta de ladrillo para dar cobijo a los patos y un vallado que delimita el espacio. En ese año la Diputación de Pontevedra arregló los jardines de Colón para instalar la estatua del almirante que hasta aquel entonces se encontraba en el pazo de Lourizán.

Con posterioridad se realizaron varias obras de restauración de los jardines, entre las que destacan la realizada en la década de los años ochenta del siglo xx y que sigue el proyecto del arquitecto municipal J. M. Padín. La última gran remodelación la llevó a cabo el Ayuntamiento de Pontevedra en el 2000.

UN PASEO POR EL JARDÍN

Comenzamos nuestro recorrido en la fachada de la casa consistorial, uno de los accesos a la alameda y desde donde podemos observar el monumento dedicado a los héroes de Ponte Sampaio por su intervención en la guerra de Independencia los días 7 y 8 de 1809 y algunas de las ruinas del antiguo convento de San Domingos.

La alameda está formada por cuatro filas de árboles, cuyas especies más numerosas son el carballo (Quercus robur), el álamo blanco (Populus alba ‘Pyramidalis'), tilos (Tilia platyphyllos y T. tomentosa) y los plátanos de paseo (Platanus x hybrida), con algunos ejemplares de plátano occidental (Platanus occidentalis). Finaliza la alameda con dos escaleras de piedra que bajan a la avenida Raíña Vitoria Uxía, presididas a ambos lados por su respectiva columna pétrea coronada por leones que sostienen el escudo de la ciudad.

En el límite entre la alameda y la gran vía de Montero Ríos encontramos distintas jardineras ornamentadas con bojes (Buxus sempervirens), orgullos de Madeira (Echium candicans), diferentes cultivares de azalea (Rhododendron sp.) y margaritas africanas (Euryops chrysanthemoides).

En los jardines de Colón, presididos por una estatua del ilustre navegante y ornamentados por una notable colección de camelias, entra las que destacan los cultivares ´Francesco Ferruccio´, ´Alba Plena´ o ´Madame Henri Cormerais´, entre otras, están acompañadas de arces japoneses (Acer palmatum), un magnolio (Magnolia grandiflora) y una cordiline (Cordyline australis) de grandes dimensiones.

En los jardines de Vincenti, dedicados a este notable político —el cual está representado por una estatua en la entrada—, destacan los cedros del Himalaya (Cedrus deodara), incluidos en el Catálogo gallego de árboles singulares, los cefalotaxos (Cephalotaxus harringtonii) y la gran diversidad de magnolias (Magnolia × loebneri 'Merrill'; M. × soulangeana; M. grandiflora; M. liliiflora y M. stellata), que llenan de flor esta zona del jardín.

Entre el paseo de Rosalía de Castro y la calle Marqués de Riestra se extiende el jardín de las palmeras. Aquí crecen gran variedad y cantidad de estos árboles, distribuidos en una doble alineación o avenida, entre los que destacan algunos centenarios, como las dos docenas de palmeras canarias (Phoenix canariensis) y cinco palmeras de abanico mexicanas (Washingtonia robusta), acompañadas de otras de más reciente introducción, como palmitos elevados (Trachycarpus fortunei) y palmeras butiá (Butia odorata). En la zona más próxima al paseo de Rosalía de Castro encontramos el estanque, con sus características casetas para los patos y con una araucaria de la isla de Norfolk (Araucaria heterophylla) situada en el centro, a modo de isla, bien acompañada por dos pequeños pies de palmito (Chamaerops humilis). A su lado está el palomar, que tanta importancia tuvo antaño y que en la actualidad carece de inquilinas aladas.

PUNTOS DE INTERÉS

*Cedros del Himalaya (Cedrus deodara)

En los jardines de Vincenti se encuentran un grupo de cedros del Himalaya incluidos en el Catálogo gallego de árboles singulares. Son individuos con gran diversidad morfológica debido a las actuaciones de poda, a la competencia con los demás árboles del entorno y a los fuertes vientos que moldearon su fisonomía. De grandes fustes, gruesos y fuertes, forman estructuras en forma de candeleros o bien con ramificaciones más desordenadas y copas irregulares. Lástima que episodios de vientos ciclónicos como el temporal Klaus, en enero de 2009, desfigurasen la copa de algún ejemplar, actualmente sujeto con cables para evitar que caigan ramas.

Las palmeras

La colección de palmeras centenarias es quizás uno de los elementos de mayor relevancia, entre las que destacan las palmeras canarias (Phoenix canariensis) y las palmeras butiá (Butia odorata), originarias de las primeras plantaciones del conjunto.

*OTRAS ESPECIES DE INTERÉS

En los jardines de Vincenti las araucarias están bien representadas, con ejemplares de pino del Paraná (Araucaria angustifolia) y araucaria de la isla de Norfolk (A. heterophylla), plantadas en la primera década del siglo XX.

En el conjunto se conservan muchos ejemplares plantados en las primeras actuaciones de ajardinamiento de este espacio y que, posiblemente, merecerían alguna catalogación como arbolado singular. Se trata de varias camelias (Camellia japonica), cuningamias (Cunninghamia lanceolata), una pícea común (Picea abies), carballos (Quercus robur) y tilos (Tilia platyphyllos), plantados a finales del siglo xix y a comienzos del XX.

En los jardines de Colón destacan una magnolia (Magnolia grandiflora) y un cordiline (Cordyline australis), ambos plantados hacia 1910.

En la alameda sobresale una centenaria palmera de abanico mexicana (Washingtonia robusta), que se encuentra entre las de mayores dimensiones de Galicia, y una araucaria de la isla de Norfolk (Araucaria heterophylla), plantada en el último cuarto del siglo xix y que ya tiene cerca de 29 m de altura.
Hay que lamentar la pérdida de dos grandes falsas acacias (Robinia pseudoacacia), plantadas hacia 1873, recogidas en el Inventario de árboles sobresalientes de Galicia, realizado por la Xunta de Galicia en 1985.

CATÁLOGO BOTÁNICO